Poema de Esther de Cáceres


He aquí mis manos:
han perdido el suave encanto.

He aquí mis ojos:
envejecidos de todos los llantos.

He aquí mi voz,
en donde están llorando
mis primaveras muertas.

He aquí mi alma,
mi fino silencio,
mi libertad de las cosas terrenas.

Esther de Cáceres